miércoles, 1 de octubre de 2008

LIBRERÍA MERCURIO


Colecciono ex libris desde hace 20 años. He contado en varias ocasiones que mi madre me sugirió hacerlo. No fue una idea mía. Me parece que a los catorce años intentaba con desesperación conservar el lugar privilegiado que tenía en el corazón de mi abuelo. Irónicamente al coleccionar ex libris fui perdiendo poco a poco su respeto. No era para menos. Cuando Mercurio, el hermano menor de mi madre, decidió seguir mis pasos, uno de nuestros primeros botines de ex libris lo obtuvimos de la librería Mercurio, unos años antes de que se tomara esta foto, pero no muchos.

Estuvimos cerca de tres días en jornadas de cinco horas abriendo cada tomo de la librería de mi abuelo con la esperanza de encontrar una estampita adherida. Habremos encontrado unos ciento cincuenta, la mitad para Mercurio y la mitad para mí. Siguen siendo lo mejor de mi colección de ex libris mexicanos.

Uno de esos días, mi abuelo, que disfrutaba de la privacía que le daba su librería –en esa época tenía once hijos, 21 nietos y un bisnieto–, celebró su cumpleaños con sus compadres de la colonia Doctores. El curado de guanábana que me convidó me supo delicioso, pero estoy segura de que a él no le gusto compartir su día con los teporochos de sus amigos y… su nieta. Ahora ya no intento agradarle, ya se murió, y la verdad es que mi colección nunca le gustó, como tampoco le gustaba que le pidiera algún librito cada vez que iba a visitarlo. Pero no lo podia evitar. Tampoco puedo, aunque muchas veces lo deseo, alejarme del vínculo tan cercano que tengo con los libros. No con las letras, sino con los libros.

3 comentarios:

Sra. Xoc dijo...

¡Me gusta tu blog!

Unknown dijo...

¡felicidades! a mi tambien me gusta el fisico de los libros

Selva Hernández dijo...

¿Verdad que son guapos?