lunes, 28 de noviembre de 2011

Cuarta Edición



Libros. ¿Para qué queremos tantos? ¿Para qué imprimir más y más papel? Quién sabe.

Seguramente, querido lector, estás ahora mismo pensando más de una buena razón que le asegura al libro de papel años, siglos, centurias de sobrevivencia. Pero nadie sabe nada. Las predicciones tienden a fallar, no tendría porqué ser diferente aunque se trate del libro. Queremos tanto al libro.

Cuarta Edición, el foro de editoriales contemporáneas que organiza por cuarta vez el Museo Carrillo Gil de la ciudad de México, es un espacio que se ha abierto para plantear preguntas. Además de la excelente oferta editorial que se podrá observar y, en algunos casos comprar (¡pero qué caros son los libros!), habrá una serie de mesas redondas, talleres y conferencias que arrojarán preguntas y preguntas y preguntas.

En el cuadernillo impreso está un breve texto mío del que reproduzco el primer párrafo. Se puede obtener gratuitamente en la Cuarta Edición, pero como lo virtual es lo de hoy, dejo aquí una publicación en issuu:





Cuando Thot, dios egipcio de la escritura,  las lenguas, las bibliotecas y la sabiduría, otorgó la escritura a los hombres, los demás dioses se espantaron: ¡Se volverán estúpidos! ¿Cómo aprenderán las cosas si ahora pueden escribirlas y después consultarlas? Cuando  Gutenberg aceptó que su invento no era cosa del demonio, sino una máquina de escritura artificial, los sabios se espantaron:  ¿Y las artes de la memoria?, con libros múltiples desaparecerá este arte: los hombres sin memoria se volverán estúpidos.  Ya nadie duda de que la lectura y la forma de los libros está en plena transformación, vivimos con gracia y fortuna esta época en la que los editores le ceden un pedazo de sus libros a Google books para aparecer en el mercado. Si no estás en Internet, no existes, me hace algunos años el director de una biblioteca con fondos antiguos, dedicado  en vida y alma a preservar los tesoros bibliográficos en México. Estamos en el mercado equivocado,  hay que aprender a diseñar páginas web, a hacer arquitectura de la información, e-books ¡los libros están muriendo!, le dije alguna vez de espanto a un diseñador editorial. No hay que preocuparse, me dijo. Los que van a sobrevivir son los libros como los que hacemos nosotros: los libros bonitos.

Las respuestas tienden a arrojar la fórmula del objeto. Si los libros ya no son el mejor de los contenedores de la información, lo que le queda es la forma: textos e imágenes (siempre imágenes) que se arraigan en la forma, inseparables de su objeto, de su diseño. Ya veremos. Qué curiosidad de futuro.

Y para libros bonitos, los del país invitado: Holanda.

http://cuarta-edicion.blogspot.com/2011/11/editoriales-internacionales.html

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lunes, 29 de agosto de 2011

Coincidencias

El fin de semana me regalaron Erdera, de Gerardo Deniz. Al abrirlo al azar por primera vez, salió este poema. Lo leyeron para mí en voz alta, cuánta coincidencia.


EXLIBRIS CON ESTRAMBOTE

Gerardo Deniz


“Soy uno [un libro]

donde deberíamos ser varios,

más bien muchos afines.

“Debería ser de varios,

más bien de todos,

pero es que sólo a uno por acá

le intereso;

por eso me compró

con sus globulinas séricas

mientras pudo pagar ese poco.

“Debería estar en una biblioteca

aunque realmente ¿paqué?”


(Sólo preveo, razonable.

la dispersión,

la venta al peso,

librerías de viejo. ¿San Luis Potosí

a.d. 2049?

–Mira,

una gramática Armenia. Y el exlibris

–¿Firmada? –Sí, T. Alunle

o parecido, 1965.

–Alguien que vino con Maximiliano

–Dije novecientos.

–Ah, entonces

cualquier lacayo del imperialismo.)

domingo, 5 de junio de 2011

La letra A

Para Alejandro, diseñador de tantas A.

La revista Tierra Adentro dedicó su último número al arte de la letra. Reunió imágenes y textos que hablan de los que nos dedicamos a dar forma a las palabras. Algunos de mis mejores colegas aparecieron en forma de texto o de imagen, otros hicimos estudios del oficio de la tipografía, casi declaraciones de amor. De mi extenso cúmulo de letras, quedó fuera esta breve nota sobre el origen de la A. Espero que la disfrutes, no dejes de comprar la revista, cuesta cincuenta pesitos.
Aquí puedes leer todo el ensayo, las imágenes, ejercicios de tipografía de mis alumnos de licenciatura, las puedes ver aquí.






Letra dibujada, letra impresa
La letra es la unidad básica del tipógrafo. Pequeñas unidades de forma compleja cuya disposición de líneas, curvas y rectas, ha sido convenida por los hombres con el paso de los siglos. Su diseño individual está dotado de características minuciosas; pequeños detalles que la diferencian de las demás y que permiten su decodificación fonética. Cuando un niño distingue por primera vez los rasgos de las letras de su nombre se sorprende ante la indiscutible verdad: esa combinación de caracteres con rasgos específicos, dice su nombre y no otra cosa. Lo mismo sucede cuando ese niño obtiene la experiencia de descifrar algún letrero en la calle. Sorpresa.





La letra de imprenta, despojada de la imprecisión de la mano, comenzó a diseñarse a partir de Gutenberg. En el inicio se grabaron los mismos caracteres góticos de los códices manuscritos sobre un pequeño pedazo de madera para fundir varios moldes en metal de una misma letra. De este molde o fuente surge el bonche de letras necesarias para formar una página. El diseño de estas piezas sólidas se enfrentó con un impedimento físico: la posibilidad de traslapar una letra sobre la otra. En la letra escrita es posible variar la distancia entre las letras de cada palabra y cada párrafo, en la letra de imprenta no.

El origen de la forma de cada letra, cifra y símbolo del alfabeto latino es un misterio. ¿Cómo es que un símbolo como el que representa al fonema “A” (primera voz que sale de la boca de un infante) haya derivado en esa forma, por poner un ejemplo? En su Prehistoria del alfabeto (Academia Nacional de Ciencias, México, 1956) Gutierre Tibón habla del buey como principio fonético de los albores de la civilización: el hombre domestica a la vaca, al buey, obtiene su carne y su leche. “Aaaa” es la respuesta del animal: el álef fenicio. Los cuernos de la vaca y la estilización de su cabeza, son también símbolo de la lactancia y maternidad. Siglos antes, los asirios ya representaban a la mujer con un triángulo invertido (representación del pubis) formado por su trazo de cuña; curioso es que la forma de la V no esté tan asociada con el reino femenino de la A.



Del libro ¿Con qué rima tima? de Alejandro Magallanes.

Un día esa forma púbica se transformó en vaca, siglos después en luna menguante. Fue inevitable para la pre escritura latina ligar a la vaca y la luna con el ciclo menstrual y la función femenina de amamantar. La nursery rhyme inglesa del siglo diecinueve nos recuerda el vínculo entre la A y su gestación de lo femenino cada vez que la vaca salta sobre la luna.

High diddle diddle,
The Cat played the Fiddle,

The Cow jump'd over the Moon,

The little dog laugh'd to see such Craft,

And the Dish ran away with the Spoon.


Los latinos giraron 180 grados a esa luna, vaca, mujer y se transformó en la A que conocemos. Según cuentan Gregorio R. Salvador y Juan R. Lodares en su entretenida obra Historia de las letras (Espasa, España, 1996) “En ese viaje zigzagueante egipcio-semítico-fenicio-griego-etrusco-latino van todas las letras latinas, encabezadas por la A mayúscula, porque la minúscula vino después.” La forma de la A latina mayúscula es inscrita para siempre con esa forma majestuosa y triunfante en el túmulo del emperador romano Trajano. Si el cincel fue el instrumento y el mármol el soporte de la escritura, es a estas dos herramientas a las que se le debe la forma con remates o patines debajo de las astas de la A. Este es una de las hipótesis acerca del origen de las misteriosas patas, serifas, que acompañan a las letras romanas y que tienen la virtud de facilitar la lectura por esa cualidad de volver el sinuoso dibujo inferior de las letras formadas una detrás de la otra en una línea horizontal.





Del libro ¿Con qué rima tima? de Alejandro Magallanes.


Entre este alfabeto trajano y las letras fundidas de Aldo Manucio hubo casi quince siglos de transformaciones manuscritas de la letra. Los calígrafos romanos con su cálamo y tinta preservaron las serifas, pero eliminaron los trazos que les parecieron ociosos para las obras de escritura rápida. Surgieron las minúsculas. Antes del gran primer congreso tipográfico celebrado en la acuosa Aquisgrán por el emperador Carlomagno, la letra romana variaba de pueblo enpueblo y su interpretación era complicada, no importaba: pocos eran los lectores. Pero sí importó cuando el emperador notó que la forma también era interpretable y que transformaba inevitablemente el contenido. Al notar que la lectura de las Sagradas Escrituras variaban según sus formas de escritura, el emperador reunió a los mejores calígrafos y a los grandes eruditos para discutir sobre el modo de definir una manera única para escribir los textos sagrados. Se trata del reconocimiento del oficio como factor determinante del conocimiento. Calígrafo-Sabio como gran unidad. Esta dualidad, concentrada antes en una sola persona, el escriba que en todas las culturas antiguas fue el símbolo del poder que da el conocimiento, se perdió en algún lugar de la vida industrial del siglo XIX y cedió su poder al editor, el responsable de los textos que se publican. Irónico es que algunas publicaciones ahora deslindan al editor de la responsabilidad del contenido de los textos en esas letras pequeñas que aparecen después del directorio.

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Dedico estas letras sobre la letra A a mi querido amigo y genial diseñador Alejandro Magallanes, que acaba de publicar su libro de poesía ¿Con qué rima tima? en editorial Almadía. Este jueves 6 de junio a las 19:30 es la presentación, en la galería Vértigo, Colima 23-A, colonia Roma, en la ciudad de México.

Si puedes ir, no faltes.

jueves, 21 de abril de 2011

Regalo de cumpleaños

Para Jaime, mi padre

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Recientemente mi biblioteca se redujo considerablemente. Nuestra biblioteca se convirtió en mi biblioteca; sin la parte nuestra, muchos de mis libros favoritos se cambiaron de casa. Lloré mucho por los libros perdidos, el apego. Pero cosas son cosas y no son más que cosas. No los necesitas, alguien me dijo a manera de consuelo. Si hay algo que no te hace falta, son libros, me dijo otro amigo.

He estado postergando el arreglo de la biblioteca y los libros que me quedaron. Decidí deshacerme de casi todo y quedarme sólo con lo esencial. Para qué quiero tanto papel, pensé. Entonces llegó este regalo.

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Muchos saben que la caligrafía tomó un fuerte impulso luego de la invención de la imprenta. Este invento, que se proyectó como una máquina capaz de reproducir la escritura de manera artificial, provocó desconfianza. Si los documentos podían multiplicarse, nada más fiable que la letra manuscrita. Los escribanos, notarios del siglo XVI, además de saber de leyes, tenían que dominar el arte de la buena escritura: con su puño y letra dejaban constancia de la legalidad de cada documento. De esa época hay algunos ex libris, hermosas cartelas barrocas que rodean el nombre manuscrito de su propietario, tal como la firma que cada quien deja como constancia en documentos importantes: contratos, convenios, cartas, cheques.



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El acto de la escritura manuscrita implica además un proceso psicológico: la mente se transmite hacia el papel a través de la pluma en forma de arcos, curvas, ascendentes, descendentes, tildes, puntos, ritmo, espaciado, perfil, con el peso de la pluma en cada trazo. Mis alumnos se quejan invariablemente de que los ensayos que escriben para mi curso de Historia del Diseño deban entregarse escritos a mano. Es para ejercitar los músculos que se atrofian con el estudio de estas carreras, arguyo. Además me gusta conocerlos primero por sus letras y después por sus nombres. Y es verdad. Conozco el caso de dos que se enamoraron por la belleza de sus firmas, o el de aquel al que le negaron un trabajo por lo intrincado de su rúbrica. La caligrafía domina las formas provocadas por la psique a favor de una escritura de bellos rasgos, pareja y suelta, aunque no siempre legible.

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Todo esto lo escribo para agradecer la hermosa edición de 1840 que mi padre me regaló de cumpleaños: Album Calligrafico. Trattato storico teorico pratico del bello scrivere compilatto ed eseguito a penna da Giuseppe Bertolla. Calligrafo di Camara di S. A. R. Il Duca de Lucca. Este libro me recordará la escritura en los actos notariales, en memoria de los libros perdidos.

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