jueves, 9 de octubre de 2008

Ex libris japoneses (IV)


¿Por qué me gusta tanto este ex libris? Se trata de un preciso grabado de estampación perfecta en madera de boj –cuya dureza permite grabar finas líneas. El artista, Wakuta Toshiyuki, con extrema habilidad, usa a su favor la dirección de la veta para surcar la superficie y al mismo tiempo respeta la forma oval del tronco del árbol (es un grabado en madera de pie). Salvo algunos contornos inevitables, la construcción de las formas es posible gracias al único recurso de engrosar y adelgazar las líneas blancas según le conviene a la imagen.

Una joven adolescente de coletas lee plácidamente un libro en compañía de un gato. Detrás del mullido sillón, las persianas de la ventana dejan ver la mitad de un lejano paisaje. A los pies de la chica, una pila de libros; sobre ésta, un par de anteojos obscuros. Una flor se asoma por un costado a observar el libro. Ella viste como cualquier niña de su edad: falda corta que muestra muslos y rodillas y una blusa holgada. Hasta ahora, la escena puede sonar común, pero ella está ciega. En sus ojos no hay iris, basta compararlos con los del gato. Me causa extrañeza, sin duda. La escena está enmarcada en un óvalo compuesto por cinco líneas. Sobre ellas hay un par de caracoles. ¿Símbolo de lento avance? No lo sé. En el extremo inferior izquierdo, el hanko del artista: una mosca de diseño armonioso.

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No te lo he dicho, pero obtener ex libris japoneses en un congreso es difícil. Coleccionistas como Ichigoro Uchida o Hiro Yamaguchi están siempre ocupados intercambiando con los campeones del coleccionismo internacional. En el último congreso en Nyon, Suiza, me acerqué con Shonosuke Ezoe, propietario de este ex libris y editor del boletín de la Asociación Japonesa, para intercambiar, pero recibí un educado rechazo. Entonces algo sucedió: observó una serie de ex libris eróticos –o más bien pornográficos– que me había dado un artista mexicano y se entusiasmó. Seleccionó cuatro de ellos y me dio éste a cambio. Yo esperaba tres más, pero a Shonosuke no le pareció un trato justo. Acepté. A mi amigo le di cuatro ex libris que había intercambiado con alguien más y que honestamente no recuerdo. Yo me quedé con éste y con una nota de Shonosuke en mi libreta de viaje.

1 comentario:

Martha Montero dijo...

Sería interesante saber -y ver- cuáles fueron los cuatro ex libris erótico-pornográficos mexicanos que, en juicio del coleccionista japonés, equiparaban en valor a éste para el intercambio. Por otro lado, si la joven está ciega quizás se trate de un tomo en braile y por la postura de su mano izquierda quizás lo sea. Es una obra muy hermosa, más aún con todos los detalles que brindas de ella Selva. Gracias!