Busqué con desesperación este ex libris la semana pasada. Pensé que por pasearlo de acá para allá –me encanta mostrarlo–, lo había perdido para siempre. El viernes recibí de mi querida y brillante ex alumna Maru tres paquetes con mis objetos favoritos (su proyecto terminal trata de la construcción de una red a partir de los objetos preferidos de 100 personas). Lo había olvidado por completo. Respiré.
Luego te hablaré del ex libris. Me gustaría mostrarte antes los objetos. Traté de escogerlos no por su belleza sino por su significado. Aquí la lista:
[I]
Un buda miniatura que me trajo
Isabel de Singapur. Está muy detallado y, por su tamaño, resulta práctico.
Un pin de libro Bok que me dio un ruso amable y cariñoso.
Un sello biológico, evoca mi educación bajo los preceptos del método científico.
Un pequeño libro de madera, recuerdo para mis hijas de un viaje en soledad.
Mis amados tipos móviles de bakelita, madera y acrílico.
Un juego de calzas para el cuadro de metal que me hace falta en el taller.
Canicas pequeñas de mi colección, las de colores más vistosos.
Un pequeño billete republicano, recuerdo de aficiones del pasado.
Un pendiente (nadie le entiende, pero es la primera sílaba del nombre hindú de la deidad budista Bhai) que no me quito desde hace más de un año.
Un pastillero que me trajo mi mamá de Turquía en su último viaje, después de recuperarse.
La caja de ex libris que diseñó
Juan Pascoe para mí, una paráfrasis del de José María y Chávez, canónigo del XVIII.
[II]Mi mala de semillas de loto. Además de linda es útil para evitar distracciones. También es un regalo de Isabel.
Dos canicas grandes de mi colección, las favoritas.
El cielo por un beso, un cancionero con portada de José Guadalupe Posada.
El ex libris de
Joaquín García Icazbalceta, un viejo amor.
Crayolas. Siempre las traigo en mi bolsa. Importantes para la vida diaria.
Carmex, el mejor bálsamo para labios que conozco.
El retrato –alguna vez inédito– de
Benito Juárez que descubrí en el archivo de Matías Romero y que fue usado varias veces –en publicaciones que no fueron mías– durante el 2006.
La goma que grabó
Joel Rendón con una S y una X después de que escribí una nota sobre sus ex libris.
Un “Botiquín Chapultepec” que me recuerda a mi barrio.
[III]La visa que dibujó Maya para mí cuando me vio desesperada por haber perdido la original.
Mi lápiz labial Chanel Rouge Allure #11.
La caja de ex libris que grabó
Artemio Rodríguez para los libros que compartimos José Luis y yo.
La etiqueta de una cerveza tailandesa que me salvó de la muerte después de probar el suicide curry.
Una libreta que llené en una semana con los gastos de un viaje.
Dos plumones "Staedtler Triplus Fineliner" y un "Magistral", que siempre olvido al llegar a clase.
El misterioso ex libris de Alfonso Cornejo.