domingo, 21 de diciembre de 2008

DOS

Para los que celebran con cantos y bailes.

camisa

Incidentes melódicos del mundo irracional
Juan de la Cabada, linóleos, xilografías y scratches de Leopoldo Méndez.
La Estampa Mexicana, 1944
27.94 x 21.59 cm


El primer ejemplar de este libro que vi estaba en el librero privado de mi madre. Era un ejemplar en perfecto estado que un día intercambió por Campanitas de Plata, de Mariano Silva Aceves , ilustrado por  Francisco Díaz de León. Yo no pude evitar sufrir por ello: no lo tendría más cerca de mí. Este que tengo ahora me lo dio ella luego de escucharme lamentar constantemente aquel intercambio. La camisa la tiene suelta, guardada en el interior del libro. No está en perfecto estado pero es un regalo muy preciado por mí.

Incidentes melódicos del mundo irracional forma parte de los pocos títulos que editó La Estampa Mexicana, aquel sello editorial que inició Hannes Meyer cuando fue director del Taller de Gráfica Popular. El mismo Meyer, que había sido director de la Bauhaus de 1929 a 1930, pensó en la creación de esta editorial como una forma para generar ingresos y así sostener el proyecto del TGP; nunca tuvo mejor momento que bajo su dirección.

Este es otro libro de perfecta concepción: el ameno y musical relato de Juan de la Cabada y su contraparte visual, obra de Leopoldo Méndez no pueden separarse. El diseño, dirigido por Hannes Meyer en los talleres del TGP representó un reto para la técnica de su momento: la combinación entre xilografía, linóleo, clisé y tipografía en varios colores de tintas. El resultado: uno de los más bellos libros mexicanos.

Sólo te dejo los dos primeros párrafos de este hermoso libro de magnífico título, con textos dotados de musicalidad, imaginación y belleza con la intención de animarte a que lo leas. El libro completo lo puedes leer y hojear en este enlace

En Chencoj, poblado entre las selvas de Campeche, un tzotz, un murciélago, oye atento.
La historia se brinda bajo el susurro del indio abuelo, por las noches, a la intemperie, con luna, tenue brisa y junto a la sombra de los aleros de una choza. Empieza diciendo –nunca se olvida– que ocurrió poco después de que aparecieran lo primeros hombres, cuando nos entendíamos con los animales, pues éstos y aquellos hablábamos todos un idioma igual o semejante.

Y te regalo aquí algunas páginas de mis preferidas, por su diseño y la combinación de texto e ilustraciones.


página 9

página 13

página 17

página 20

página 23

página 26

página  46

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Festejo esta entrega, en el amplio sentido. Justo hoy ha sido un día de mucha música en mi vida.

Selva Hernández dijo...

¡Gracias Leo!

Anónimo dijo...

¡guau! quieor verlo en vivo y directo, prometo comida y poesía. ¡Qué joya!

Selva Hernández dijo...

Quedemos Itzia, yo pongo vinito. Podemos ver todos estos ¡y más!