viernes, 6 de noviembre de 2009
No sólo de pan vive el hombre
Pica en la imagen para leer el artículo completo.
Cuando leí el hermoso artículo de Mauricio Salvador me soprendió saberme la misma persona de la que él escribe. Me sorprende también que este espacio, que no es más que un ejercicio para compartir mis solitarios momentos de ocio, reciba tanta atención.
No dejes de comprar este número de Tierra Adentro dedicado a los lenguajes de la enfermedad. Me dio mucho gusto encontrar entre sus páginas a una antigua colaboradora de nuestra oficina de diseño, Mayte de la Torre, con una estupenda serie de fotografías: Inventario Vitiligo. Me honra, además, compartir páginas con celebraciones a dos escritores a los que he disfrutado y admirado en esos ratos ociosos: Juan Vicente Melo y Eduardo Lizalde.
No sobra decir que Mónica Nepote, la directora editorial de Tierra Adentro, hace un excelente trabajo para cada número con todo el teje y maneje de planear, solicitar, reunir y volcar en papel textos e imágenes de una forma nueva a la que se venía haciendo desde hace años. Como dicen los teóricos, para que un sistema sobreviva, debe modificarse. Ay, esa ardua y delicada labor de la edición de las revistas culturales...
Me sabe raro presumirte estas palabras que me despliegan de tan buena forma, pero como bien dice el dicho que acompaña algún ex libris: no sólo de pan vive el hombre.
lunes, 2 de noviembre de 2009
Imágenes de la muerte
Del libro de Mercurio López, La muerte en el impreso mexicano (Editorial RM, 2008), estos cuatro ex libris con el tradicional tema de vanitas. Recomiendan los que saben no utilizar el recurrente tema de la muerte en los ex libris, por trillado; tampoco los retratos del propietario, ni los de sus casas, para no pecar de vanidad.

1. Ex libris de Jesús Luján, 1905.
Dibujo a tinta de Julio Ruelas impreso en clisé.

2. Ex libris de Roberto Montenegro, ca. 1919.
Dibujo a tinta de Roberto Montenegro impreso en clisé.

3. Ex libris de Carlos Toro, ca. 1919.
Dibujo a tinta de Carlos Neve impreso en clisé.

4. Ex libris de Harold Leonard, ca. 1947.
Grabado sobre linóleo de Leopoldo Méndez.
Del fantástico libro, reproduzco el prólogo de Gregory Dechant:
Y para empezar a despojarla de su principal ventaja
contra nosotros, sigamos el camino opuesto al ordinario;
quitémosle la extrañeza, habituémonos, acostumbrémonos
a ella. No pensemos en nada con más frecuencia
que en la muerte...
Montaigne
En una de las notas al ensayo que sigue, Mercurio López Casillas se asoma al extenso desarrollo semántico del término calavera en el castellano de México. Tal vez convendrían aquí también unas observaciones sobre sus raíces. La palabra viene del latín calvaria, que significa “cráneo”, voz derivada a su vez de calvus, “calvo, mondo o despojado”. El empleo del término para designar un esqueleto entero se debe a “la confusión que pronto se produjo entre calvaria y el cultismo cadáver con su familia”, una “contaminación inevitable”, según el lexicógrafo Joan Corominas. No menos rico en asociaciones es el evidente parentesco de la palabra con calvario, que viene también del latín calvaria y era el término empleado para traducir gólgota (helenización de una voz aramea que designaba el cráneo) del griego del Evangelio de san Mateo. Fueron sin duda estas evocaciones de la muerte, el despojamiento y la vanidad de la existencia humana las que inspiraron la estremecedora definición de calavera en el gran Diccionario de autoridades de la Real Academia Española (1726):
“La cabeza del hombre, o de otro cualquiera animal, ya despojada por la muerte de todo el adorno exterior e interior de facciones, y sentidos, y que solamente le ha quedado la armazón de los huesos, en que se contempla una horrorosa figura de lo que fue”.
El tono grave de Autoridades podría hacer pensar que fuera algo sombrío un volumen dedicado a la calavera en el arte gráfico mexicano, pero la mirada más superficial a las páginas de este libro desmiente tajantemente esa noción. El autor se refiere al surgimiento, durante la segunda mitad del siglo xviii, de “las prime-ras manifestaciones de la muerte con carácter festivo”. Desde aquel entonces, innumerables artistas mexicanos, tanto célebres como anónimos, han seguido al pie de la letra los consejos de Montaigne citados antes. Que haya sido motivada por el estoicismo senequista de un humanista del Renacimiento o simplemente por esa supuesta indiferencia del mexicano ante la muerte, “que se nutre –en palabras de Octavio Paz– de su in-diferencia ante la vida”, la burlona familiaridad con La Huesuda que se manifiesta en los impresos e ilustraciones de este libro constituye una preparación idónea en el refinado arte de morir.
Uno de los mayores aciertos del trabajo de Mercurio López Casillas es haber situado las famosas calaveras de Posada en el contexto de la larga tradición a la cual pertenecen. Primero, el autor trata brevemente la iconografía prehispánica de la muerte y su capitulación ante modos de pensamiento españoles a raíz de la Conquista. Particularmente esclarecedora es su reflexión sobre el imaginario funerario del período virreinal, ese largo proceso de gestación que dio forma a tantos rasgos de la cultura popular y tradicional de México. En La portentosa vida de la Muerte el franciscano Joaquín Bolaños no produce sino una pálida imitación de las visiones satíricas de Quevedo, pero las extra-ordinarias ilustraciones que acompañan su obra son los primeros ejemplos de la distintiva calavera mexicana. Estas imágenes constituyen una muestra reveladora del desarrollo de la sociedad criolla de la Nueva España hacia una identidad específicamente mexicana, lo que haría de la independencia política un anticlímax en términos culturales. López Casillas sigue la historia a través del siglo xix, en las tradiciones del Día de Muertos y en las obras de los grandes carica-turistas mexicanos y de Manilla y Posada, los principales exponentes del género en el imaginario popular. Antes de rastrear brevemente las fortunas de la calavera en el siglo xx, el autor analiza la obra de Julio Ruelas. Aunque no pertenecen estrictamente al género de la calavera, las oscuras y perturbadoras visiones de Ruelas son el contrapunto y el complemento necesarios a los aires festivos de las demás imágenes presentadas en este libro. Las morbosas libertades que toma Ruelas con su novia “incestuosa” no son sino otra manera, al fin y al cabo, de seguir la pauta de Montaigne y de quitarle su “extrañeza” a la muerte.
Morituri te salutamus: ¡que comience el espectáculo!
miércoles, 30 de septiembre de 2009
Doce meses de doce palabras

Ayer este blog cumplió un año. El festejo llegó unos días antes con este aguafuerte de Emmanuel García, que hace hermosos ex libris. Aquí el ejemplar 48 de 48.
domingo, 27 de septiembre de 2009
Segunda parte

Continúa la charla entre amigas en Gente como uno, con Patricia Vega. La puedes escuchar picando aquí.
Y unas fotos de tipos móviles que salieron como a veces salen las cosas: raras.

Finalmente, símbolos

Llegaron nuevos ex libris de Viena. Parece que serán los últimos: mi querido amigo Pedro, al que le gusta esta extraña afición mía por el papel, dejará de viajar a Viena y visitar al tendero de Stöberstube; en esta vieja tienda de chácharas Pedro compró viaje con viaje ex libris para mí. Todos pertenecieron a la colección del padre del actual propietario, quien fuera chacharero además de coleccionista de ex libris.

He de decir que esta serie de estampas es de lo mejor de mi colección. Esta última vez, Pedro eligió estos cuatro. Me los entregó junto con algunas fotos de la tienda para que yo la conociera y la publicara aquí.

1.
Una xilografía en camafeo de B. Hermp dedicada al Deutsche Forschungsanstalt für Psychiatrie. Un hombre con la mano en la frente se detiente ante un portal mientras alumbra una esfinge con una antorcha. Delante de él, una suerte de altar de piedras; a un lado un ángel encadenado. En la parte superior se lee la fecha: 1917. No creo que sea la de la creación del ex libris, sino de la fundación del Instituto Alemán para la Investigación Psiquiátrica.

2.
Una punta seca dedicada al Dr. Vicens Bosch quien tuvo más de un ex libris. El pequeñísimo monograna del artista en la derecha es tan indescifrable como su firma con lápiz. Se trata del hombre nuevo, el que surge del conocimiento y la ciencia, el que llenaría al siglo XX de innovaciones y literatura científica. Ni hablar: la esperanza del hombre en 1923 estaba fincada en la ciencia, como ya lo explicó Eric Hobsbawm. No deja de llamarme la atención el diseño de la parte inferior: una pequeña mujer desnuda recostada en el interior de una habitación a la derecha y el misterioso símbolo del yelmo a la izquierda.

3.
De los cuatro, el dedicado al Dr. Köster es el que más me conmueve. Una mujer, lánguida y enferma, recibe el agua sanadora que emana de la fuente de la salud. Un hombre joven, desnudo, especie de espírtu de sanación le sostiene la nuca con suavidad mientras le da el tónico en los labios. Aunque antes vi el monograma del artista (TW), no logré recordar dónde ni tampoco localizarlo en mi biblioteca. Mi mente no ha estado fina estos días.

4.
Finalmente la muerte toca el violín para una mujer que desnuda sucumbe ante su melodía: la melodía de la muerte. Observa con cuidado las manos de la mujer: están relajadas, parecieran muertas pero como si al mismo tiempo quisieran seguir los movimientos del violinista. Un hermoso dibujo de excelente composición y diseño; precioso el aguafuerte de N. Gaighey dedicado al Dr. Ernst Liebitzky.
***
La salud mental: promesa y esperanza; anhelo añejo de la humanidad. No hablaré, aunque sienta el impulso, de la simbología en estos ex libris con relación a las ciencias de la mente: temo caer en equívocos absurdos. En vez de ello, dejaré abierto el portal para que los que sí saben se sientan libres de comentar.
miércoles, 26 de agosto de 2009
Mi voz en una charla entre amigas

Hace unas semanas tuve el honor de recibir la invitación de Patricia Vega para asistir a su programa Gente Como Uno de la radio virtual del Gobierno del Distrito Federal, Código DF. Aunque hablar en público forma parte de mi quehcer cotidiano (doy clases), he de confesar que el micrófono siempre me impone. Y otra confesión: ciertos temas –¿adivinas cuáles?– me dan para charlas de horas, días, semanas, meses, años.
Te dejo aquí la charla entre amigas que tuvimos Patricia y yo en la cabina de Gente Como Uno: literalmente tomé el micrófono. La segunda parte se transmitirá en vivo, el próximo viernes 28 de agosto a las 21:30 horas. Como dicen en la radio: no se la pierda.
Aquí está la entrevista y unas fotos de libros que ya no sirven, sólo para adornar.


sábado, 4 de julio de 2009
Ni tanto ni tan poco
Hace una semana exactamente, Fernando el carpintero terminó mi esperado librero. Desde que mudé mi oficina hace más de un año, tenía cerca de diez cajas de libros apiladas esperando un espacio.

“Si el pájaro se ha capturado con red o trampa, es preciso manejarlo con ciertas precauciones para que no se desplume y se consigue hacerlo bien tomándolo con los dedos por debajo de las alas, entre la pechuga y el vientre, y oprimiéndolo hasta asfixiarlo. A los de buen tamaño y fuerza se les ahorca.”
domingo, 21 de junio de 2009
Domingo por la mañana en la biblioteca de Miguel Oks

Puede ser que mis libros favoritos son los que hablan de libros. Uno de los que ocupa un lugar especial en mi memoria y en mi librero es Salle XIV. Vicente Huidobro y las artes plásticas, catálogo de la exposición del mismo nombre del Museo Reina Sofía en el año 2000, cuando el erudito de la vanguardia Juan Manuel Bonet era director de ese museo.
No sólo habla de los maravillosos poemas pintados, sino del contenido de su biblioteca. Aunque muchas de sus traducciones, no pude encontrar en internet mas que la cubierta del catálogo de la exposición y un par de sus poemas pintados. Y éste es uno de esos casos de la poesía en los que la forma plástica es inseparable de la literaria.

Todo esto viene a cuento porque estaba recordando dónde fue que por primera vez me sorprendí con la vanguardia latinoamericana y claro, fue con este libro sobre la biblioteca de Vicente Huidobro. No es fácil encontrar sus poemas pintados. En cambio es muy fácil disfrutar un domingo por la mañana de las ediciones de otros poetas del libro de la vanguardia como Norah Borges, Oliverio Girondo, Manuel Maples Arce, Guillermo de Torre, Alfredo Mario Ferreiro, Jorge Luis Borges y, como si no bastara, una colección hermosa de Joaquín Torres García. Ah, suspiro.
Esta es sólo una parte de la colección de Miguel Oks en Flickr; además tiene una colección de imágenes de los libros de la vanguardia europea: Maiakovski, Marinetti, Kurt Switters, Zwart, Theo Van Doesburg, H. N. Werkman. Ah, imposble no suspirar cuando están allí, tan fácil y tan gratis, todos esos libros de mi querer.
Ni en los tantos libros sobre libros que tengo están tan bien reproducidos y tan completos. No sé por qué a veces pienso que la vida virtual no es vida, mucho menos cuando hay tiempo, como un domingo por la mañana. Gracias, Miguel.
jueves, 11 de junio de 2009
Libros en venta
domingo, 31 de mayo de 2009
Marca de Agua. Papeles Finos.

sábado, 16 de mayo de 2009
Felipe Solís (segunda parte)

Felipe Solís dice que actualmente tiene más de 30 mil libros y que desde hace algunos años decidió rentar un departamento sólo para éstos, el cual ya resulta insuficiente. “Los libros se reproducen a velocidades increíbles, más cuando uno también es autor y tiene un proceso de producción importante en otros idiomas y en otros países. Además, por el itinerario de nuestras exposiciones de arqueología fuera de México, recibo en reprocidad libros de todo el mundo”.
Sin embargo la biblioteca de Solís no sería ni tan rica ni tan útil sin su colección de separatas, es decir, de artículos o revistas especializados en un tema. Al respecto, explica: “Más que en libros, aquí es donde verdaderamente reside el valor de la colección de un especialista.En la casa de un experto en arte maya o en arqueología mexica puede haber más riqueza por estos materiales que en una biblioteca pública. El problema ede un país como el nuestro, que no tiene control correcto en sus bibliotecas, es que hemos perdido muchas de estas separatas y la gente que se hace cargo no se preocupa por la clasificación y preservación de estos materiales. Yo me he dado a la tarea de organizar los que tengo por autores o por temas y voy a terminar empastándolos. Creo que también eso hace la diferencia entre el bibliómano-coleccionista y el bibliómano-intelectual, entre los que me incluyo, porque los materiales que tengo son la base de un proceso de producción que termina en nuevos libros y artículos”.
Para este personaje, que durante más de un cuarto de siglo ha sido curador del museo más visitado de México, los libros útiles para una biblioteca pueden encontrarse en los lugares o en los sitios más inesperados. “En cualquier ciudad del mundo he encontrado libros que me interesan y que me sirven. A veces uno llega a una librería, ve un libro y no cree que se trata exactamente del que ha estado buscando. La emoción es muy grande y ese es un síntoma clarísimo en los viciosos de libros como yo. Sucede lo mismo con los adictos a las drogas, porque en ese momento recibimos nuestra dosis de enervante...”
Cómo se explican este tipo de stuaciones, un tanto azarosas, entre el bibliómano y el libro? Esa búsqueda que puede llevar años y de pronto termina.
Hay una absoluta magia. Es un momento en el que se produce una descarga eléctrica que los bibliómanos tenemos que aprender a controlar, porque si no los vendedores reconocen el valor del libro y su costo puede rebasar el nivel de compra de nuestros bolsillos hasta volverse inalcanzable. Todo debe darse en unos segundos: reponerse de la emoción, pero sin expresar la sorpresa ni la angustia de que alguien más lo toque, constatar el estado del libro y finalmente esperar que el precio vaya de acuerdo con el hallazgo.
Pero detrás de esto debe haber un profundo deseo de posesión...
Absolutamente. Yo creo que los bibliómanos debemos ser personas de una aguda actividad sexual extrafísica. Encontrar el libro deseado y buscado conlleva una intensa emoción sexual.
Casi fetichista...
No sólo eso, es un nivel de posesión total. Es decir: “los libros que entran en mi biblioteca son míos y desde el momento en el que están ahí quedan totalmente asépticos, y quien los haya tocado antes, no existe”. En ese momento sólo existen mi biblioteca y mi libro.
Como cuando se ama a alguien...
Exactamente. Cuando se posee a alguien, porque cuando se ama se posee, se vive esa dualidad inherente al amor, y en ese caso, al amor a los libros.
¿Y se tienen celos o puede haber envidia hacia los libros que otro posee?
Creo que lo peor que puede ocurrir es salir de safari con otro coleccionista de libros, o con alguien que quiere introducirse en esta actividad y tiene la suerte del primerizo. Uno quiere matarlo, porque aquél se encuentra con cosas que uno ha estado buscando durante mucho tiempo. En mi caso, tuvieron que pasar 35 años para que consiguiera el libro de Leopoldo Batres Las exposiciones de la calle de las escalerillas y en unos cuantos días me llegó de doble manera: un día, Guillermo Tovar de Teresa me dijo “creo que esto te interesa” y me regaló el libro, que estaba dedicado por el autor y que había llegado a las manos de Tovar al comprar un lote. Lo más asombroso fue que dos semanas después un librero volvió a ofrecérmelo pero en inglés y no me pude resistir a comprarlo y a tener las dos versiones. Por este tipo de anécdotas digo que el destino del libro hacia el bibliomano es mágico.
¿Qué libros valen más, los que se compran o los que se regalan?
Todos, los comprados, los regalados, los robados, el chiste es tener el libro. La posesión para mí es lo más importante mientras yo viva. Después, algún día mi biblioteca regresará a la circulación. Estos libros no van a ser donados a nadie, regresarán al mercado librero porque ahí los encontré.
¿Usted es de los que creen más en la circulación de los libros, que en entregarlos a alguna institución para que se queden guardados?
Definitivamente sí. Las instituciones deben formar sus bibliotecas, pero soy de la idea de que los libros deben regresar al mercado. Mis sobrinas, que son mis únicas herederas, podrán vender esos libros, porque a cada uno le he puessto su precio en dólares al momento de adquirirlo, como también llevan mi ex libris y una pequeña historia en la última página que cuenta lo que me estaba pasando al momento de adquirir el libro.
Los nuevos bibliómanos
¿Cuál sería la diferencia entre los jóvenes bibliómanos de hoy y la generación de ustedes que comenzaron a formar sus bibliotecas hace maes de 40 años?
La diferencia es que nosotros nos levantamos temprano. Hoy no es tan fácil conseguir los libros que en nuestro tiempo eran materiales comunes en las librerías como la Zaplana, que ofrecía buenos libros a precios muy baratos.
¿Y qué les recomienda?
Creo que un bibliómano joven debe acercarse a un bibliómano viejo, aunque eso ya no sea tan sencillo. Ahora no hay tiempo para pasarse la tarde en enseñanzas como nos tocó a nosotros, que en los mostradores aprendimos sobre ediciones raras, calidades de papel, empastados, grabados, ex libris, etcétera.
Sin embargo, creo que a los chavos de ahora les corresponde el papel de evaluar la obra editorial mexicana. Por ejemplo, de realizar estudios acerca de las propuestas de portadas en los libros de los años veinte, treinta, cuarenta, cuando éstas tenían un verdadero mensaje para el público. Los jóvenes bibliómanos pueden rescatar lo mejor de nuestros libros hoy, cuando estamos terminando un milenio y una centuria y esto se está perdiendo, ahora que la tecnología comienza a invadir el espacio que durante siglos tuvo el libro. Creo que es urgente salvar esto antes de que desaparezca.
domingo, 26 de abril de 2009
Felipe Solís
La entrevista que transcribo ahora es anterior a esa época, cuando Jorge Navarijo no era famoso, ni Jotavé había emigrado a Londres; cuando José Luis y yo no teníamos que pagar la renta, el teléfono y la luz y dedicábamos nuestros días a preparar nuestra revistita de bibliofilia. La mejor parte de esa labor era sin duda, cuando los cuatro juntos visitábamos a algún bibliófilo para entrevistarlo, era junio de 1997 cuando fue el turno de Felipe Solís:
Caricatura de Jotavé
Poseer libros es como poseer a alguien: es un placer egoísta
Jorge E. Navarijo
La pasión por la historia y la arqueología mexicanas han llevado a Felipe Solís, actual director interino del Museo Nacional de Antropología, a convertirse quizás en el bibliómano más destacado de esas materias en nuestro país.
Su colección, con más de 30 mil volúmenes, reúne libros raros, primeras ediciones, mapas, revistas especializadas, buena cantidad de libros extranjeros sobre la arqueología de México y del mundo, y hasta ediciones poco comunes de la los libros de Octavio Paz que Solís ha reunido desde que era niño.
El día de la entrevista con La galera, el también director de la publicación México en el Tiempo, nos recibe al fondo de un pasillo subterráneo, en el que se encuentran las bóvedas de seguridad del museo, en el que desde hace 25 años ha sido curador de la colección mexica. De ahí pasamos a su oficina, un espacio amplio y cómodo, con un gran ventanal que enmarca la vista al Paseo de la Reforma y al Bosque de Chapultepec. Acompañados por el café, Felipe Solís nos cuenta:
Tengo 48 años de coleccionista, pues empecé a leer cuando tenía cinco, pero desde antes me gustaban ya los grabados y las imágenes que mi padre me mostraba. Comencé por apropiarme de los ejemplares que había en casa, que eran del patrimonio familiar, y que fueron cayendo en mis manos hasta formar mi colección inicial. Tiempo después conocí La Lagunilla y a los libreros del Centro de la ciudad y con ellos conseguí los libros de los temas que me interesan, fundamentalmente los de historia y libros viejos con grabados o imágenes importantes.
Tuve la fortuna de hacer mi secundaria en el Centro, en la calle de Regina. Eso me permitió recorrer el corazón de la ciudad y conocerlo muy bien. Entre mis correrías un día encontré en la calle de Mesones un puesto de libros fantástico con un personaje que fue clave para mí como bibliómano, don Fernando Rodríguez, conocedor y extraordinario maestro en el arte de coleccionar libros. Tenía un espacio donde los ofrecía al público y también bodegas repletas de ellos. Desde luego, siendo yo un estudiante de secundaria, mis posibilidades económicas eran limitadas, pero era él muy generoso y permitía que en pagos diferidos le cubriera la deuda de alguna joya libraria. En gran medida, mi colección de títulos de don Leopoldo Bartres, uno de los más importantes arqueólogos mexicanos, vino de esa librería. Por supuesto, él vendía libros en La Lagunilla y por él conocí a muchos más libreros con quienes igualmente adquirí muchos libros.
La evocación de Solís va de los negocios libreros a la ciudad como un gran mural en el que la cultura florecía y se preservaba en las calles, especialmente en aquellas que hoy forman el Centro Histórico de la ciudad de México.
La ciudad de los años cincuenta era un paraíso: había pocos automóviles, muy poca gente y una gran cantidad de librerías, no sólo de libros viejos, también de novedades que tenían en sus fondos editoriales libros del siglo XIX a la venta. Recuerdo algunas librerías magníficas, como la Librería Robredo, ubicada donde ahora se encuentra el Templo Mayor, que ofrecía auténticas maravillas. Algunos importantes arqueólogos cuentan que allí compraron de los siglos XVII y XVIII que todavía podían adquirirse en la década de los treinta, eso da la idea de la riqueza bibliográfica de aquellos años y que hasta los sesentas era excepcional en la ciudad.
Hoy es paradójico recordar a los bibliómanos que nos antecedieron quejándose de que en los años cuarenta y cincuenta ya no encontraban nada. Lo cual significa que tiempo atrás, sobretodo en el mercado de El Volador, la venta del libro antiguo fue muy importante. A mí esa época no me tocó, pero sí algunos de los vendedores que ahí estuvieron, o sus hijos. Entre ellos recuerdo a Jesús Medina, o la Librería Navarro, que tuvo cosas espléndidas, como la clección de libros del antiguo Museo Nacional. Navarro tenía excelente olfato para comprar, era un conocedor de las ediciones de finales del siglo XIX y de principios del XX. La suya era delas librerías-bibliotecas temáticas más ricas que yo he visto en México y su catálogo, toda una joya. Además editaba libros en ediciones limitadas y muy cuidadas. Eran los años treinta, Navarro fue uno de los difusores pioneros de la literatura marxista en México, presentando, además, interesantes propuestas en sus portadas.
¿Por dónde empieza la colección de una biblioteca?
Por el gusto y el conocimiento. Si a usted le gusta la historia, como a mí, empieza a coleccionar libros de esta materia, y después, ayudado de ese conocimiento y de su intuición, comienza a saber qué libro le conviene. Hoy en día esto es más sencillo, hay mayores posibilidades de informarse a través de las bibliotecas públicas, de las colecciones de bibliografía, de las ferias y exposiciones de libros de segunda mano. Ahora circulan más libro libros que en la época en la que empecé a formar mi biblioteca, se sabe más de ellos y también hay suficientes libreros anticuarios que venden bien estos libros en galerías.
¿Su interés siempre se ha centrado en los libros de historia?
Así es, incluso primero estudié historia, antes que arqueología, porque me gusta y le creo más a la historia. Afortunadamente mi colección la inicié muy joven y todavía conseguí obras importantes como las primeras ediciones de México a través de los siglos y México y su evolución social. Al principio buscaba historia de México y universal, después arqueología, temas específicos del país y de los estados, y luego arte. Soy un coleccionista avaricioso de todos los libros que considero fundamentales para mi biblioteca, pero el centro siempre han sido la historia y la arqueología. Tengo además una sección dedicada a la geografía mexicana y también sé algo sobre arqueología mundial.
(Continuará...)
martes, 21 de abril de 2009
Imágenes de la vanguardia

Las publicaciones mexicanas en la época de Gabriel Figueroa (1920-1950)
Charla que se impartirá en el Centro Cultural Tijuana el 24 de octubre de 2009 (día del nacimiento de Gabriel Figueroa) a las 19:00 horas.
ENTRADA LIBRE.
Hubo un tiempo, en ese México que se nos fue, en el que el lenguaje plástico de la vanguardia del país se fincó en la reflexión sobre la identidad nacional. En ese momento, cuando la idea del progreso se centraba en la ciencia, la tecnología y la industria, y la gran urbe era el territorio de lo posible, los artistas gráficos –diseñadores, ilustradores, fotógrafos y cineastas–, crearon el imaginario paralelo a la propuesta muralista y la imagen del México de la vanguardia. Nunca se cumplió mejor esa frase que Octavio Paz acuñaría décadas después: “para ser modernos de verdad hay que reconciliarnos con nuestra tradición”.
Esta charla será un recorrido visual sobre la representación de la mexicanidad en carteles, libros, periódicos y revistas ilustrados que circularon en los tiempos del fotógrafo de lo mexicano: Gabriel Figueroa. La imagen de la mujer revolucionaria, el indígena en la lucha, el paisaje rural, la urbe, la tradición, la miseria y la muerte que generaron los arquetipos lo mexicano, se mostraban a través no sólo del cine y de la obra pictórica, sino también en la vida diaria mediante los impresos.
Si la fotografía es el lenguaje de la memoria, el diseño es el de la cotidianidad. Y aunque ante nuestros ojos el retrato de aquellos años parezca anquilosado, alguna vez fue lo más moderno.
viernes, 10 de abril de 2009
Un sello y una sortija

y aquí:
http://www.karnobooks.com/
Y en muchos más lugares aquí:
http://openlibrary.org
Me gustaría regalarle a cada uno de los catorce comentaristas esta edición que tiene tres grabados originales, numerados y firmados, una hermosa cubierta de Juan Pascoe impresa a mano con tipos móviles y que está contenida en una linda y roja caja:
http://www.abebooks.com
Pero está muy cara. En cambio no me cuesta nada y a ti tampoco, hojear y leer las primeras páginas del libro, lo puedes hacer aquí:

Se trata de las palabras más hermosas que he leído sobre el significado del ex libris como marca de propiedad. Un texto del ilustre Alfonso Alfaro que me recuerda inevitablemente una sortija mía que usé el diez de abril de hace diez años, el día en que leímos ese versículo del Cantar de los Cantares que dice: Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo.
miércoles, 8 de abril de 2009
Especulaciones sobre el futuro de viejos papeles.
–Y en todas las librerías le han dado esa preferencia que se llama "derecho de aparador", ¿verdad?–Efectivamente. Alguien ha dicho que este libro va a ser de catálogo, o sea, que su interés no pasará; el mismo don Alfonso Reyes escribió que "su valor irá aumentando a través de los años". Imagínese usted la importancia que tendrá este libro en un siglo o dos. Los mismos personajes de Fernández de Lizardi, de García Cubas y de Guillermo Prieto, nos trasladan al México de entonces aunque nos llenan de candor cuando vemos sus imágenes.
domingo, 5 de abril de 2009
Uno bibliófilo y pícaro, como mi par de amigos

Es de mis favoritos mexicanos: un linóleo colectivo del Taller de Gráfica Popular, que muestra la imagen de un libro abierto, con capitulares y la ilustración de una escena callejera. Una mano escribe con lápiz el lema: Lo popular como generador.


En mi colección hay dos, pero no conocía este impreso sobre cartulina azul. Me los regaló Armando Jiménez, que padece la incurable enfermedad de la bibliofilia y es asiduo visitante de las librerías de viejo. Una vez que estaba con Mercurio en la Librería de Viejo de Donceles 75, se escuchó un fuerte llamado desde la entrada “¡Mercurio!, ¡te veo más turbado que ayer!” Mercurio se sonrojó en extremo, como nunca antes lo vi ni lo volví a ver después y saludó: “buenas tardes, maestro Jiménez...”

De la segunda parte, Nueva picardía mexicana, extraigo un fragmento del prólogo que escribe Octavio Paz:
Mi amigo A. Jiménez me encargó el prólogo para esta obra. Acepté y al escribir los primeros párrafos me di cuenta de que, en lugar de ceñirme al tema, me perdía en vagabundeos y divagaciones. Decidí seguir a mi pensamiento sin tratar de guiarlo, y el resultado fue un texto de ciento cincuenta páginas que ha sido publicado en forma de libro [Conjunciones y disyunciones, Joaquín Mortiz, 1969].De la primera, te dejo unos acertijos, ya ves que me gustan...
[...]
Hay una relación indudable, aunque no completamente aclarada, entre pícaro, picardía y picar. Al principio, según Corominas, se llamaba pícaro a quien se ocupaba en los menesteres y oficios que designa el verbo picar: pinche de cocina, picador de toros, etcétera. Más tarde, la palabra pasó al lenguaje del hampa, como “denominación de otras actividades menos honestas pero en las que también se picaba o se mordía. ¿Hará falta recordar al mordelón mexicano? Si es pícaro el que pica, corta, hiere, muerde, espolea, enardece, irrita: ¿qué es picardía? Por una parte, es acción del pícaro; por la otra un chiste, un cuento, un dibujo humorístico y satírico. El acto real y el acyo simbólico: en un caso se pica la piel, o la bolsa ajena; en el otro, el pinchazo es imaginario.
sábado, 21 de marzo de 2009
Tres ex libris para el día de la primavera



No hablaré ahora, porque hablar de viejos amores a veces resulta aburrido, de la imagen de Benito Juárez. Lo único que diré, por que me parece curioso, es que su sobria imagen contrasta también con esa fecha de nacimiento en la que le tocó nacer: el día de la primavera.
sábado, 14 de marzo de 2009
El táctil placer del papel
The age of the book is almost gone.George Steiner

Esa reflexión me recordó otra que escribí cuando apenas empecé a integrarme a estos medios, a finales de septiembre de 2008; la comparto contigo ahora:
EL FIN
La Biblia de 42 líneas se puede hojear aquí, o investigar acá.
Esta semana coincidieron algunos sucesos. Primero Aurelio Asiain, poeta erudito, me invitó a leerlo en su blog. No sólo lo leí a él, sino también a su red de amigos escritores. Fue maravilloso. A través de él accedí a una comunidad en la que los autores entablan diálogos directos con sus lectores, pero también hacen chistes y comentan en público y en privado. Todo entre las obligaciones diarias y a través del filtro que ofrece el teclado de la computadora. Después de todo es más fácil pensar en lo que se escribe que pensar en lo que se dice.
Luego tuve con mis alumnos el semestral y tradicional debate entre la computadora y el libro. Lo hago cuando acabamos de revisar a Gutenberg y su determinante influencia en la historia del diseño y en la forma del libro. Por primera vez en tres años, ganó la computadora.
Al final de la semana fui a una charla en la escuela de mis hijas sobre la soledad infantil. Fue aburrida, mala y absurda, llena de lugares comunes. Estaba a punto de salirme cuando la adusta presentadora nos prohibió movernos para hacer un comercial. En la compra de una enciclopedia –con toooooda la información necesaria para el crecimiento de nuestros hijos por el resto de sus vidas– venía un paquete de libros: cómo mejorar la ortografía, cómo controlar la voz y la expresión, un diccionario español-inglés-francés-alemán, y otros más. Todo, cito, "forrado con láminillas de acrílico (sic) y papel resistente y con dibujos bien prácticos y bien dinámicos". El paquete costaba –no es broma– 12,700 pesos.
Entonces pensé: este es el fin.

Los sucesos del día de hoy me tienen sorprendida en extremo. A veces pienso que el papel se convertirá en un lujo en el futuro cercano; parece que las enciclopedias, los diccionarios y los periódicos serán los primeros en desaparecer. Pero días como hoy pienso que todavía los placeres táctiles tienen cabida e importancia en esta vida cada vez más virtual. Aunque disfruto diariamente de la gratuita lectura que ofrece internet, aún prefiero el placer olfativo y táctil de abrir un periódico y leerlo mientras desayuno el sábado por la mañana.
Gracias por recordármelo, querido Jaime.